VIII

El momento de la verdad no tiene por qué pertenecer al dominio de las relaciones íntimas; la desnudez es aparente y el contacto se basa en un profundo desconocimiento entre los cuerpos, está cubierto por el velo de la ilusión. Para la mayoría de los hombres, la eyaculación sigue siendo todavía un momento de especial importancia, cargado de un valor casi trascendente y reverencial; en consecuencia, creen que esta visión, que tiene su centro en el falo, es compartida y experimentada por el otro sexo. Nada más lejos de la realidad. Si se pregunta a un grupo de mujeres si alguna vez han notado en su interior el momento exacto de la emisión del semen, no podrán menos que poner cara de sorpresa, esbozar una sonrisa o reír abiertamente ante la ingenuidad o la sobrevaloración que denotan estas palabras. Por su parte, tienen serias dudas de que durante una doble penetración, por ejemplo mediante los dedos y el falo, el sentido del tacto actúe entre las dos vías de entrada y permita percibir desde un lado lo que pasa al otro lado. En el fondo, piensan que todo es fruto de la imaginación, cuando no una exageración del género masculino. Como culmen de esta situación de ignorancia mutua, el campo de las relaciones entre el mismo sexo, potencia esta serie de suposiciones y transposiciones, se vuelve realmente divertida e ingeniosa y alcanza cotas insuperables.